domingo, 17 de enero de 2016
Cuento para cuidar el agua
La Gota y Santiago
Había una vez un niño llamado Santiago, que le gustaba mucho jugar con pistolas de agua y globos, no cuidaba el agua, la desperdiciaba mucho, dejaba el agua corriendo cuando se bañaba, al lavarse los dientes y las manos, pero lo que no sabía que una gota parlante, llamada Luisa, lo observaba todo el tiempo.
En una ocasión en la escuela fue
al baño y al lavarse las manos olvidó cerrar la llave y en el baño descubrió
que alguien le hablaba y se asustó al darse cuenta que la voz salía de la
llave, era la gota Luisa, y le dijo: “Oye Santiago olvidaste cerrar la llave
otra vez”. Él le contestó: “Espera las gotas de agua no hablan, sólo sirven
para jugar”.
La gota respondió: “Las gotas de
agua no sirven para jugar y además, soy una gota especial, así puedo hablar y
moverme de un lado a otro cuando yo quiera o me plazca”.
Santiago dijo: “Esta bien, cerraré la llave”.
Al llegar a su casa se dio cuenta de que ya no había agua potable para bañarse o para lavarse las manos, de pronto ocurrió un gran incendio, estaba solo encerrado y lo más importante no había agua para apagar el fuego.
Santiago dijo: “Esta bien, cerraré la llave”.
Al llegar a su casa se dio cuenta de que ya no había agua potable para bañarse o para lavarse las manos, de pronto ocurrió un gran incendio, estaba solo encerrado y lo más importante no había agua para apagar el fuego.
Santiago no sabía qué hacer y
estaba todo prendido en llamas, asustando en un rincón, en eso llegó Luisa la
gota y empezó a esparcir agua por todos lados apagando toda la casa, salvando a
Santiago.
Desde ese momento Santiago
aprendió a cuidar el agua porque en cualquier momento la podemos necesitar y
que sin ella no podemos vivir.
Anónimo.
domingo, 10 de enero de 2016
Cuento " La gota que querìa ser diferente"
La gota que quería ser diferente
Había una
vez, una gota, que estaba aburrida y cansada de hacer siempre lo mismo. Cada
día, cuando el sol más brillaba, la gota subía en forma de vapor de agua hacia
su amiga Nubi y allí, junto a sus miles de amigas, esperaba a que bajaran las
temperaturas para volver a descender a un rio o de nuevo al mar. La pobre
gotita de agua se sentía igual que las miles de amiguitas que se encontraban a
su lado. Día tras día, observaba al resto de las gotas y eso la deprimía. Un
día, su amiga Nubi la vio realmente triste, pensando en sus cosas en vez de
disfrutar cuando llegó la hora de lanzarse como lluvia. Decidió hablar con
ella.
-
Brillagota, ¿que te ocurre? Llevo varios ciclos viéndote triste, sin ganas de
ascender ni descender y me preocupa verte así. No estás contenta y saltarina
como normalmente eras.
- Nubi, me
encuentro realmente triste, porque no creo que sea una gota especial. Siempre
estoy haciendo lo mismo, o bien estoy en estado gaseoso o líquido o cuando hace
mucho frío me vuelvo nieve o hielo, le contestó Brillagota.
- ¡Pero
eso es fantástico! Puedes convertirte en un montón de cosas y por ello eres
especial. No deberías sentirte triste. Yo siempre estoy volando de un lado a
otro del cielo y apenas bajo a la tierra y mucho menos me convierto en muñeco
de nieve. Deberías sentirte feliz por poder correr tantas aventuras de tantas
maneras diferentes, le interrumpió Nubi.
Pero
Brillagota seguía sintiéndose como las demás, sin ser especial y pasó semanas
tristes observando cómo era igualita al resto de las gotitas de lluvia que
tenia alrededor. Un maravilloso día, todo cambió para nuestra Brillagota.
Después de ascender de nuevo a Nubi como cada ciclo, el tiempo cambió
bruscamente y sin apenas darle tiempo a llegar, bajaron las temperaturas.
Comenzó una enorme tormenta. Brillagota se agarró fuertemente a Nubi. No quería
volver a caer pero la tormenta era tan fuerte que la pobre Brillagota casi no
aguantaba más. Justo cuando sus fuerzas se habían agotado y estaba a punto de
caer nuevamente al mar, la tormenta desapareció por arte de magia. Volvió a
brillar el sol más hermoso que jamás había salido, cuando nuestra pequeña amiga
Brillagota caía de nuevo al océano. Mientras caía, ella seguía sintiéndose
desdichada hasta que un precioso, caluroso y tierno rayo de sol la atravesó
haciéndola sentir que su cuerpo se transformaba en un irremediable y colorido
arco iris con sus siete colores luciendo hasta el infinito. En ese momento,
comprendió que era una gota especial. Por eso se llamaba Brillagota, porque
irradiaba luminosidad en cada lugar de la tierra. Tal era su hermosura y su
baile de colores, que todos los niños de la tierra soñaban con poder llegar
hasta ese maravilloso arco iris, tocarlo y disfrutarlo. Brillagota se sintió
muy feliz, única y admirada por todo el mundo. Nunca más volvió a pensar que
era como las demás, porque ella había sido el arco iris más bonito que había
iluminado el cielo. Y colorín colorado esta historia nos ha encantado.
Alejandra Ferrero Barros
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